Por M. José Cicero
Valor del perdón
Hemos conocido a muchas personas a través de nuestra vida: personas interesantes, valiosas, generosas, positivas; pero también hemos sentido el rechazo, la critica, el atropello, la envidia, la competencia y a veces hemos sido victimas de sus actitudes agresivas, y de su mal humor, que nos hemos sentido humillados. Ante esta actitud, que hacer; como reaccionar, como comportarnos para impedir que esto se convierta en un pleito inacabable?
Tendríamos que ignorar al agresor? Poner oídos sordos a sus palabras? Olvidar su ofensa? Sin lugar a dudas la mejor solución será perdonar y olvidar, antes que el resentimiento amargue mi existencia alterando la paz que requiere mi espíritu. Es entonces cuando el perdón al prójimo se impone claramente como la única y verdadera solución que pondrá fin a un diferendo, a una controversia , a un pleito, a una ofensa..
El perdón con uno mismo es también muy importante, somos muy duros en juzgarnos y no soportamos equivocarnos, sin querer hemos lastimado a las personas que mas amamos, tenemos un orgullo mal enfocado, solamente con humildad hay que pedir perdón, y en nuestro interior nos hacemos el propósito de que no vuelva a suceder. En ese momento también viene la reconciliación con uno mismo, amémonos y sintámonos orgullosos de haber tenido el valor de pedir perdón por nuestras actitudes equivocadas y nuestro mal humor, que es el que nos traiciona.
Que importante es educar y enseñar a los niños desde pequeños a pedir perdón cuando lastiman a sus papás, hermanitos y compañeritos de la escuela, ellos el día de mañana sabrán reconocer que lastimaron o agredieron sin razón a sus semejantes y entonces también sabrán pedir perdón con toda humildad. Su vida será llena de armonía porque a veces el sentirnos culpables de algo, viene un resentimiento que la misma palabra lo dice viene otra vez el sentimiento de culpa por haber ofendido o lastimado alguna persona.
Perdonemos con convicción, hagamos del perdón una actitud autentica de que ese perdón sea para siempre, y así acabaremos con los resentimientos que tanto mal nos hacen, vivamos bien con nosotros mismos y con nuestros semejantes.
Atentamente.
M. José Cicero
lunes, 13 de octubre de 2008
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